
Tener un plan financiero personal te puede cambiar la vida. Suena un poco exagerado, pero no lo es. Mucha gente gasta sin saber muy bien en qué, no llega a fin de mes, o no consigue ahorrar nunca. Y no es porque gane poco, sino porque no tiene un plan. Con un poco de orden y unos pasos básicos, puedes organizar tu dinero para ahorrar, invertir y llegar a tus objetivos. Aquí te explico cómo hacerlo paso a paso, sin complicaciones y entendible.
1. Entender cuánto ganas y cuánto gastas
El primer paso es saber en qué punto estás. Tienes que saber cuánto dinero te entra al mes (tu nómina, lo que te dan tus padres, trabajos puntuales…) y cuánto estás gastando. Esto parece obvio pero muy poca gente lo hace bien. Puedes usar una hoja de Excel, una libreta o una app.
Apunta todo: comida, alquiler, transporte, ropa, suscripciones, caprichos… Verlo todo junto ayuda mucho a ver en qué se te va el dinero. A veces gastamos más de lo que pensamos, sobre todo en cosas pequeñas.
2. Marcarte objetivos claros
El segundo paso es saber para qué quieres organizar tus finanzas. Si no tienes un objetivo, es muy fácil rendirse o gastar sin sentido. Algunos ejemplos:
- Ahorrar para un portátil nuevo
 - Irte de viaje en verano
 - Tener un fondo por si hay emergencias
 - Empezar a invertir poco a poco
 - Independizarte en 1 o 2 años
 
Lo ideal es que tus objetivos sean concretos, no vagos. En vez de “quiero ahorrar más”, mejor “quiero ahorrar 1000 € en 6 meses”.
3. Crear tu presupuesto mensual
Ahora toca organizar el dinero. Se trata de decidir cuánto vas a destinar a cada cosa cada mes. Hay una regla bastante conocida que se usa mucho: la 50/30/20.
- 50 % para necesidades básicas (comida, casa, transporte…)
 - 30 % para gastos personales y ocio
 - 20 % para ahorrar o invertir
 
No es obligatorio seguir esta regla exacta, pero es un buen punto de partida. Lo importante es que pongas un orden. Y sobre todo, que incluyas siempre una parte para ahorrar o invertir, aunque sea pequeña.
4. Tener un fondo de emergencia
Antes de empezar a invertir o gastar en cosas grandes, necesitas un colchón. El fondo de emergencia es dinero guardado para cuando pase algo inesperado: una avería, perder el trabajo, una urgencia médica…
Se recomienda tener entre 3 y 6 meses de tus gastos básicos. Si eso te parece mucho, empieza por 500 o 1000 €, y lo vas aumentando poco a poco.

5. Controlar tus gastos innecesarios
Una vez que ya tienes tu presupuesto, es buena idea revisar en qué se te va el dinero y recortar lo que no necesitas. Cosas como:
- Suscripciones que no usas
 - Pedir comida fuera demasiadas veces
 - Compras por impulso que luego ni usas
 - Salir más de la cuenta
 
No se trata de vivir con lo mínimo, sino de priorizar. Si tienes claro tu objetivo, te será más fácil decir que no a ciertos gastos.
6. Empezar a invertir (si ya tienes el resto)
Cuando ya tienes controlado el ahorro, un fondo de emergencia y un presupuesto claro, puedes pensar en invertir. No hace falta tener miles de euros. Hay formas de empezar con 20 o 50 € al mes. Lo importante es entender en qué inviertes, saber que siempre hay riesgo y no dejarte llevar por modas.
Empieza por lo más simple y ve aprendiendo poco a poco. Y nunca inviertas dinero que vayas a necesitar pronto.
7. Revisar tu plan cada cierto tiempo
Un plan financiero no se hace una vez y se olvida. Tienes que revisarlo cada cierto tiempo. Puede que cambien tus ingresos, tus objetivos o tus prioridades. Por ejemplo, si consigues un trabajo mejor, puedes ahorrar más. Si ya conseguiste tu objetivo, puedes ponerte otro.
Revisar tu plan una vez al mes o cada dos meses es más que suficiente para ajustarlo y seguir por buen camino.
Conclusión
Hacer un plan financiero personal no es algo solo para adultos con trabajos grandes. Cualquier persona puede hacerlo. Solo necesitas saber cuánto ganas, cuánto gastas, a dónde quieres llegar y cómo lo vas a conseguir. Ponerlo por escrito ayuda mucho a tenerlo claro y no improvisar cada mes.
Con un poco de constancia puedes tener tus finanzas controladas, ahorrar sin darte cuenta y prepararte para invertir cuando estés listo. No hace falta hacerlo perfecto, lo importante es empezar.